29 abril 2010

Un Angel ha Nacido Hoy!

...Y en alas de querubes,
envuelta tu alma en esplendente velo,

y entre rosadas nubes

deja el impuro suelo,

y blandamente se remonta al cielo....



Hoy se fue una amiga, con tan solo 28 años, su presencia esta mas alla de nosotros.



Mi querida Mariel:



Permíteme que, antes de dirigirme a tus familiares y amigos, hable contigo personalmente. Te conozco, por eso sé que, en los últimos años que te ha tocado vivir, has vivido la vida digna y bellamente. Que lo digan si no, tu madre, tu hermana, tus tíos, todos tus familiares y amigos.

Te acompañaba una estela luminosa de entrega, de preocupación y de cariño por todos. Y rezumabas, a tus 28 años, un aire jovial, casi niña, llena de luz y esperanza que contagiabas y estimulabas a todos.

Comprenderás que tu imagen haya quedado grabada en la retina y en el corazón de todos.

Te has ido, pero te has quedado, prendida para siempre, en el sentimiento y cariño de todos. Nunca te olvidaremos. Tu imagen, tu entusiasmo, tu sonrisa, tu aliento serán para nosotros una referencia y recuerdo imborrables.

Gracias, Mariel.

Y, espéranos al otro lado. En el lugar ese, en que tú estás ya y que, según San Pablo, “Nadie osó imaginar o sospechar lo que Dios tiene guardado a sus elegidos”.





Querida Madre de Mariel, querida hermana; queridos familiares y amigos.


Hay situaciones en la vida, en las que quedamos convulsionados, sin apenas poder decir palabra. Esta es una de ellas.

Hay muertes y …muertes. La muerte de Mariel es una muerte a destiempo, inesperada. Una muerte desdichada y maldita.

¡No hay derecho!

¡No debiera ser así!

A esta orilla, quedamos nosotros, en medio de la desolación. Estamos viendo, acaso como nunca, la raíz de nuestra debilidad, la esencia de nuestra finitud, la vulnerabilidad que nos acompaña día a día. Hemos descubierto la honda verdad de nuestra vida: nadie es dueño de su vida.

-Inesperada muerte, pero posible.

-Indeseada muerte, pero posible.

-Temida muerte, pero posible.



Me vienen ahora a la mente un recuerdos:

Un famosos científico, el arquitecto Miguel Fisac dejó escrito en sus libro Reflexiones sobre mi muerte: “Yo soy un viejo y me voy a morir pronto. Pero, no le doy vueltas a mi muerte ni me da ningún miedo. ¡Vamos!, que estoy completamente convencido de que yo nunca seré un muerto. Dejaré eso que llamamos el cuerpo, como se deja lo que es: un vestido harapiento. Pero yo, mi auténtica realidad viviente, seguirá estando viva en otra dimensión distinta a la espacio-temporal que entonces dejaré”.

Nosotros, no tenemos, paradójicamente, una cultura positiva sobre la muerte. Nos la han pintando siempre entre esqueletos, calaveras y guadañas horribles. Cuando, como il poverello Francisco de Asís debiéramos saludarla y salir a su encuentro como hermana, “nuestra hermana la muerte”.

Por eso, porque descartamos la muerte de nuestra vida, porque la ignoramos, la tememos y apesadumbra como un tabú.

Mariel nunca será un muerto, nos decía Fisac.

¡Creer o no creer! , es decisivo y marca aquí una diferencia fundamental.

El Resucitado nos ha dicho: “Quiero que donde yo estoy, estéis también vosotros”.

Y El está con Dios, eternamente, en el cielo.

Esa es nuestra esperanza cristiana.

Y, ¿entonces?

¿Qué hacemos ahora?

¿Llorar? Sí.

¿Desconsoladamente? No.

¿Resignarnos? No.

¿Dimitir? No.

Hay que hacer de la tierra un cielo anticipado. Hay que soñar, trabajar y luchar para que aqui haya menos odio, menos injusticia, menos hostilidades, menos egoísmos, menos sufrimientos, menos guerras, menos ruinas y miserias, más justicia, más libertad, más amor, más paz, más felicidad.

Padres, familiares y amigos de Mariel: sé de nuestro dolor, pero también de nuestra esperanza. Mariel está ausente, pero la tenemos entre nosotros. ¡Es la paradoja cristiana! Ausente, pero presente. Mariel se ha ido, pero no al vacío. Está en la vida maravillosa de Dios, que es el cielo. No saben la alegria y la fiesta que allí han tenido al recibirla. Ha superado las miserias, las esclavitudes y las miserias de nuestro tiempo.

Mariel nos acompaña realmente, aunque invisiblemente.


No se aflijan Más: les iba a decir que no recen por ella, que sea más bien ella quien lo haga por nosotros. Pidámosle que nos acompañe, que nos ayude a ver, entender y saborear el sentido auténtico de la vida.

Ella ha recibido el beso de Dios. Está con El. Goza.

Nosotros estamos aquí. En fidelidad a la tierra y en espera del cielo. El camino para llegar al cielo es la tierra.

Estemos en paz.

 
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